martes, 30 de diciembre de 2014

QUE BONITA ES MI SEVILLA VS. LAS 3000

Lo que más gracia me hace es que encontramos todo tipo de información sobre estos barrios; textos, artículos, vídeos, reportajes, críticas, etc. Pero dónde encontramos la solución a todas estas preguntas y hechos reales.
¿Es que verdaderamente esta es nuestra ciudad?
¿Qué entendemos como arquitectura?
¿Es que el arquitecto no hace más que “obras de arte” como la Giralda?
Y la verdadera sociedad, ¿no es arquitectura?
Parece que sólo observamos, o mejor dicho, solo nos dejan observar las absurdas cosas que se nos plantean día a día como por ejemplo, si la Torre Pelli está en el lugar adecuado, o si es un gasto absurdo e innecesario la decoración navideña de la calle Asunción. Es cierto que nos quejamos cada día de estos temas, pero luego bien que gozamos y nos sentimos orgullosos de “qué bonita es mi Sevilla”.
“Sí señor”, es lo único que se le puede contestar a una persona tan sumamente déspota ante estos comentarios.
Señora, ¿y el barrio de las Tres Mil Viviendas? Te contestará con poca vergüenza, “un barrio de delincuencia”.
¿Usted alguna vez ha pensado en ayudar a estos barrios? ¿O es que directamente se da la vuelta y sigue pensando en la decoración de “SU SEVILLA”?.
Pues déjeme que le diga, pero estos problemas hay que solucionarlos ya, y hay que pararle los pies a aquellas personas de poder que solo reflejan el “dolor” y “sufrimiento” en la decoración de “SU SEVILLA”. Porque es lo que les interesa que usted vea, y que luego usted venda, claro está.
Alguna vez a escuchado usted hablar a un extranjero sobre “El polígono Norte, El Vacie, Las Tres Mil Viviendas?
Pues déjeme que le diga, yo creo que no.
¿O me va a decir usted que las postales de los kioscos son fotos de estos barrios?
En definitiva vivimos en un país de egoístas, y como decía Nietsche el verdadero ser humano es el animal más salvaje y egoísta.
Si algún día llegase este escrito a alguien de poder, me encantaría que supiera, si es que puede llegar a entender, que no todos somos burros que obedecen a lo que nos dicen, si no que soy una futura arquitecta a la que le importa su ciudad y nación y verdaderamente entiende la definición de ARQUITECTURA.


“Las Tres Mil Viviendas”, en el que viven más de cuarenta mil habitantes, ha adquirido notoria y triste fama por una pequeña porción de las tres mil viviendas existentes (las 624 viviendas o Las Vegas), que es también el nombre con que lo conocen los sevillanos.
“Las Vegas” es el caso de chabolismo vertical más temido y grave que posee Sevilla desde hace casi medio siglo. Se trata del clásico gueto de gente y familias que viven al margen de la ley y que, conforme más se estropea y empobrece, más atrae personas de las mismas características del resto de la ciudad, generándose así un “círculo vicioso” difícil de romper.
Los vecinos han ido fomentando el miedo y la inseguridad de los que se acercan a esta barriada.

Han destrozado elementos comunes de los bloques de pisos, también hay destrozos en sus pinturas o estructuras. Los numerosos desocupados, muchos de ellos enganchados a la droga, para ganarse la vida, han ahuyentado la presencia de los empleados municipales que permiten el funcionamiento normal de la ciudad en cualquier barrio. Los obreros sólo reparan los bordillos con presencia policial. Lo mismo sucede con los bomberos que acuden a apagar algún fuego. Carteros, empleados de limpieza, fontaneros, servicios de autobuses y taxis, y hasta repartidores de pizzas, han dejado de ir por esta barriada, ante el acoso permanente de muchos de sus habitantes. Todo ello, a causa del control de los clanes familiares, enriquecidos por los diversos negocios turbios, que se benefician por el aislamiento de la zona.

Por todo esto vemos bloques de pisos muy deteriorados; escombros, charcos de aguas fecales, basura y suciedad casi permanente; junto a vehículos quemados  y abandonados, en los alrededores de sus viviendas. Este destrozo del hábitat urbano ha hecho que insectos como cucarachas y ratas estén por todo el barrio. 

Sólo dos de cada diez ocupados potenciales tiene un trabajo estable. Más de la mitad de los habitantes está relacionado habitualmente con la droga. Las “Tres Mil” son el gran refugio de personas y familias que viven al margen de la ley, y también uno de los barrios con mayores problemas de convivencia.

Es como el agujero negro de la ciudad o esa puerta del infierno donde se perdía toda esperanza. Un lugar que parece condenado al fango, a la marginalidad, a salir en la prensa sólo por turbios asuntos de droga, por crímenes terribles. Una barriada escrita con renglones torcidos.

Las Tres Mil Viviendas asoma su tragedia de vez en cuando. Quizás sólo cuando se derrama sangre o la Policía desmantela cualquiera de los negocios de los temidos clanes de la droga. No hay más que rastrear las hemerotecas para releer la misma historia como si el barrio estuviera condenado a una tragedia eternamente repetida.
Pero ¿fue siempre así? ¿Dónde comienza la historia de las Tres Mil Viviendas? ¿Hay futuro para este lugar? Habría que remontarse a la década de los sesenta. Es en esos años cuando se comienza a pensar en un lugar de viviendas 'modernas' para agrupar a familias con pocos recursos. Hay una reunión clave que se produce en febrero de 1968 entre el gobernador civil y entonces jefe del movimiento, José Utrera Molina, y el alcalde Félix Moreno de la Cova para el estudio de la financiación de un proyecto del Ministerio de Vivienda y el Ayuntamiento de Sevilla por el que "tres mil familias sevillanas van a ser dotadas de un hogar digno".

Todo tiene la grandilocuencia, el lenguaje impostado de una época paternalista que disfrazaba como caridad social otras intenciones. Se pretendía que los que vivían en casas muy deterioradas del casco histórico y Triana abandonaran estos golosos lugares para que los edificios se reformaran y se vendieran como residencias para familias acomodadas. Muchas familias humildes no se pensaron mucho dejar las mínimas viviendas de los céntricos caserones desvencijados en los que vivían por un pisito en una zona nueva.
Sin embargo, desde el principio el lugar quedó dibujado no sólo por la pobreza, ya que también comenzó a vivir gente al margen de la ley. Una realidad que ha sido la que ha marcado el destino de la barriada. El interés de este sector implicado en negocios turbios de robos, tráfico de drogas o venta ilegal de armas ha ganado el terreno a las familias humildes que, sin embargo, ha reaccionado en estos años con un activo movimiento asociativo. Son las asociaciones de vecinos y plataformas que denuncian el estado en el que se encuentra el barrio con bloques deteriorados, aguas fecales y basura, sin servicios ni transportes públicos. Ahí están las peticiones para reactivar la construcción de una comisaría o los centros sociales proyectados como alternativas para que la juventud del barrio tenga otra salida diferente a la que parece inevitable naciendo en un barrio como éste.

Este ambiente de desolación, violencia e insalubridad parece responsabilidad de unas instituciones que han abandonado este lugar, este molesto e infecto trozo de Sevilla. Sin embargo, también hay mucha gente del barrio interesada en que sea un gueto, una isla que sirve de refugio a delincuentes que aquí encuentran seguridad porque no hay vigilancia policial. Un barrio olvidado donde se puede actuar sin problemas al margen de la ley, vender droga sin sospechas y en el que un coche robado puede estar aparcado sin que nadie pregunte por nada.

El origen de estos focos marginales se remonta al principio del barrio. En estos bloques de viviendas de promoción pública se había seguido un procedimiento de selección de adjudicatarios, pero en poco tiempo se cambió de titular traficando ilegalmente con estas viviendas. El resultado fue que en pocos años se sustituyó el chabolismo horizontal de infravivienda por una vivienda marginal de chabolismo vertical.

La degradación de unos edificios que ya fueron construidos con materiales de baja calidad. Un deterioro que ha ido incrementándose hasta convertir algunas zonas del barrio en lugares por los que parece que hubiera pasado la guerra.


De ahí esos bloques en los que el hueco del ascensor está lleno de basuras, los pisos convertidos en laboratorios de droga, portales donde se acumula la chatarra, calles con arroyos de aguas fecales y campos libres para las ratas. Y, sobre todo, un lugar en el que la muerte siempre pasea. Sencillamente porque hay armas que siempre solucionan conflictos, venganzas y los habituales ajustes de cuentas. ¿Cambiará el destino de esta contrapostal de Sevilla?














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