Lo que más gracia me hace es que encontramos todo tipo de
información sobre estos barrios; textos, artículos, vídeos, reportajes,
críticas, etc. Pero dónde encontramos la solución a todas estas preguntas y
hechos reales.
¿Es que verdaderamente esta es nuestra ciudad?
¿Qué entendemos como arquitectura?
¿Es que el arquitecto no hace más que “obras de arte” como
la Giralda?
Y la verdadera sociedad, ¿no es arquitectura?
Parece que sólo observamos, o mejor dicho, solo nos dejan
observar las absurdas cosas que se nos plantean día a día como por ejemplo, si
la Torre Pelli está en el lugar adecuado, o si es un gasto absurdo e
innecesario la decoración navideña de la calle Asunción. Es cierto que nos
quejamos cada día de estos temas, pero luego bien que gozamos y nos sentimos
orgullosos de “qué bonita es mi Sevilla”.
“Sí señor”, es lo único que se le puede contestar a una
persona tan sumamente déspota ante estos comentarios.
Señora, ¿y el barrio de las Tres Mil Viviendas? Te contestará
con poca vergüenza, “un barrio de delincuencia”.
¿Usted alguna vez ha pensado en ayudar a estos barrios? ¿O
es que directamente se da la vuelta y sigue pensando en la decoración de “SU
SEVILLA”?.
Pues déjeme que le diga, pero estos problemas hay que
solucionarlos ya, y hay que pararle los pies a aquellas personas de poder que
solo reflejan el “dolor” y “sufrimiento” en la decoración de “SU SEVILLA”. Porque
es lo que les interesa que usted vea, y que luego usted venda, claro está.
Alguna vez a escuchado usted hablar a un extranjero sobre
“El polígono Norte, El Vacie, Las Tres Mil Viviendas?
Pues déjeme que le diga, yo creo que no.
¿O me va a decir usted que las postales de los kioscos son
fotos de estos barrios?
En definitiva vivimos en un país de egoístas, y como decía
Nietsche el verdadero ser humano es el animal más salvaje y egoísta.
Si algún día llegase este escrito a alguien de poder, me
encantaría que supiera, si es que puede llegar a entender, que no todos somos
burros que obedecen a lo que nos dicen, si no que soy una futura arquitecta a
la que le importa su ciudad y nación y verdaderamente entiende la definición de
ARQUITECTURA.
“Las Tres Mil Viviendas”, en el que viven más de cuarenta
mil habitantes, ha adquirido notoria y triste fama por una pequeña porción de
las tres mil viviendas existentes (las 624 viviendas o Las Vegas), que es
también el nombre con que lo conocen los sevillanos.
“Las Vegas” es el caso de chabolismo vertical más temido y
grave que posee Sevilla desde hace casi medio siglo. Se trata del clásico gueto de gente y
familias que viven al margen de la ley y que, conforme más se estropea y
empobrece, más atrae personas de las mismas características del resto de la
ciudad, generándose así un “círculo vicioso” difícil de romper.
Los vecinos han ido fomentando el miedo y la inseguridad de
los que se acercan a esta barriada.
Han destrozado elementos comunes de los bloques de pisos,
también hay destrozos en sus pinturas o estructuras. Los numerosos desocupados,
muchos de ellos enganchados a la droga, para ganarse la vida, han ahuyentado la
presencia de los empleados municipales que permiten el funcionamiento normal de
la ciudad en cualquier barrio. Los obreros sólo reparan los bordillos con
presencia policial. Lo mismo sucede con los bomberos que acuden a apagar algún
fuego. Carteros, empleados de limpieza, fontaneros, servicios de autobuses y
taxis, y hasta repartidores de pizzas, han dejado de ir por esta barriada, ante
el acoso permanente de muchos de sus habitantes. Todo ello, a causa del control
de los clanes familiares, enriquecidos por los diversos negocios turbios, que
se benefician por el aislamiento de la zona.
Por todo esto vemos bloques de pisos muy deteriorados;
escombros, charcos de aguas fecales, basura y suciedad casi permanente; junto a
vehículos quemados y abandonados, en los alrededores de sus viviendas.
Este destrozo del hábitat urbano ha hecho que insectos como cucarachas y ratas
estén por todo el barrio.
Sólo dos de cada diez ocupados potenciales tiene un trabajo
estable. Más de la mitad de los habitantes está relacionado habitualmente con
la droga. Las “Tres Mil” son el gran refugio de personas y familias que viven
al margen de la ley, y también uno de los barrios con mayores problemas de
convivencia.
Es como el agujero negro de
la ciudad o esa puerta del
infierno donde se perdía toda esperanza. Un lugar que parece
condenado al fango, a la marginalidad, a salir en la prensa sólo por turbios
asuntos de droga, por crímenes terribles. Una barriada escrita con renglones
torcidos.
Las Tres Mil Viviendas asoma
su tragedia de vez en cuando. Quizás sólo cuando se derrama sangre o la Policía
desmantela cualquiera de los negocios de los temidos clanes de la droga. No hay más que
rastrear las hemerotecas para releer la misma historia como si el barrio
estuviera condenado a una tragedia eternamente
repetida.
Pero ¿fue siempre así? ¿Dónde
comienza la historia de las Tres Mil Viviendas? ¿Hay futuro para este lugar?
Habría que remontarse a la década de los sesenta. Es en esos años cuando se
comienza a pensar en un lugar de viviendas 'modernas' para agrupar a familias con pocos recursos. Hay una
reunión clave que se produce en febrero de 1968 entre el gobernador civil y
entonces jefe del movimiento, José Utrera Molina, y el alcalde Félix Moreno de
la Cova para el estudio de la financiación de un proyecto del Ministerio de
Vivienda y el Ayuntamiento de Sevilla por el que "tres mil familias sevillanas
van a ser dotadas de un hogar digno".
Todo tiene la
grandilocuencia, el lenguaje impostado de una época paternalista que disfrazaba como caridad social otras
intenciones. Se pretendía que los que vivían en casas muy deterioradas del
casco histórico y Triana abandonaran estos golosos lugares para que los
edificios se reformaran y se vendieran como residencias para familias
acomodadas. Muchas familias humildes no se pensaron mucho dejar las mínimas
viviendas de los céntricos caserones
desvencijados en los que vivían por un pisito en una zona nueva.
Sin embargo, desde el
principio el lugar quedó dibujado no sólo por la pobreza, ya que también
comenzó a vivir gente al margen de
la ley. Una realidad que ha sido la que ha marcado el destino de la
barriada. El interés de este sector implicado en negocios turbios de robos,
tráfico de drogas o venta ilegal
de armas ha ganado el terreno a las familias humildes que, sin
embargo, ha reaccionado en estos años con un activo movimiento asociativo. Son
las asociaciones de vecinos y plataformas que denuncian el estado en el que se
encuentra el barrio con bloques
deteriorados, aguas fecales y basura, sin servicios ni transportes
públicos. Ahí están las peticiones para reactivar la construcción de una
comisaría o los centros sociales proyectados como alternativas para que la
juventud del barrio tenga otra salida diferente a la que parece inevitable
naciendo en un barrio como éste.
Este ambiente de
desolación, violencia e
insalubridad parece responsabilidad de unas instituciones que han
abandonado este lugar, este molesto e infecto trozo de Sevilla. Sin embargo,
también hay mucha gente del barrio interesada en que sea un gueto, una isla que
sirve de refugio a delincuentes que aquí encuentran seguridad porque no hay vigilancia policial. Un barrio
olvidado donde se puede actuar sin problemas al margen de la ley, vender droga
sin sospechas y en el que un coche robado puede estar aparcado sin que nadie
pregunte por nada.
El origen de estos focos
marginales se remonta al principio del barrio. En estos bloques de viviendas de
promoción pública se había seguido un procedimiento de selección de adjudicatarios, pero en
poco tiempo se cambió de titular traficando ilegalmente con estas viviendas. El
resultado fue que en pocos años se sustituyó el chabolismo horizontal de infravivienda por una vivienda
marginal de chabolismo vertical.
La degradación de unos
edificios que ya fueron construidos con materiales de baja calidad. Un deterioro que ha ido
incrementándose hasta convertir algunas zonas del barrio en lugares por los que
parece que hubiera pasado la guerra.
De ahí esos bloques en los
que el hueco del ascensor está lleno de basuras, los pisos convertidos en
laboratorios de droga, portales donde se acumula la chatarra, calles con
arroyos de aguas fecales y
campos libres para las ratas. Y, sobre todo, un lugar en el que la muerte
siempre pasea. Sencillamente porque hay armas que siempre solucionan
conflictos, venganzas y los habituales ajustes de cuentas. ¿Cambiará el destino de esta contrapostal de
Sevilla?
Video:
No hay comentarios:
Publicar un comentario