miércoles, 21 de enero de 2015

"LOS OTROS VACIE DE SEVILLA"


Hablar de chabolismo en Sevilla es hablar del Vacie, el asentamiento más grande de Andalucía y el más antiguo de España, ese poblado que surgió en los años treinta del pasado siglo junto a las tapias del cementerio de San Fernando y allí sigue, con las chabolas multiplicadas y con todo tipo de planes para su erradicación fracasados, ochenta años después. Eclipsados por el Vacie, y sin la atención que las administraciones le prestan a éste, existen en otras zonas de Sevilla otros asentamientos que han crecido enormemente en los últimos meses o bien se mantienen desde hace décadas con unas pocas chabolas. 


El que más ha crecido es el de San Jerónimo, que está planteando ya un grave problema de convivencia con los vecinos de este barrio. 



La ubicación del asentamiento constituye un problema añadido a la hora de una posible intervención municipal. Las chabolas se levantan sobre un terreno privado, el solar en el que la compañía inmobiliaria Azagra tenía previsto construir una promoción de viviendas. La empresa quebró y de aquella promoción no queda ni el cartel publicitario, que fue sustraído y desguazado por los nuevos inquilinos del solar. No hay nadie, pues, que presente una denuncia para que un juzgado ordene el desalojo del terreno. 



El Ayuntamiento asegura que tampoco puede intervenir al tratarse de una propiedad privada, si bien los vecinos afectados aseguran que el Consistorio tiene medios legales a su alcance para levantar el campamento chabolista. 



Se ha generado un efecto llamada. Las familias que vivían en otros asentamientos que han sido desalojados por la Policía se han mudado ahora a este nuevo núcleo chabolista situado junto al muro del cementerio inglés. 







La ribera del Guadalquivir siempre ha sido el lugar con más asentamientos, por la cercanía del agua con la que abastecerse. En los últimos años han sido numerosas las batidas policiales para desalojar las chabolas que surgen junto al río, de manera que actualmente no hay ninguna en las márgenes de Sevilla y sólo algunas aisladas en los terrenos de Camas. Sí las hay unos kilómetros más al sur, junto a los puentes que conectan Sevilla y San Juan de Aznalfarache. Este asentamiento creció cuando en él se estableció el clan de los caracoleños durante unos meses, pero fue luego desalojado y actualmente sólo hay una decena de casas. 



En la capital andaluza hay otros dos asentamientos históricos: uno en la avenida de la Paz, compuesto por varias viviendas prefabricadas, y otro en Palmete, junto a un cauce seco que discurre tras la sede de Correos. Fuera del término municipal de Sevilla, pero sólo a unas decenas de metros del límite territorial, está el segundo poblado más grande de la provincia. Este núcleo ocupa suelo de Alcalá de Guadaíra pero está muy cerca de Torreblanca.

lunes, 19 de enero de 2015

LAS DOS CARAS DE UNA BARRIADA MARGINAL : LAS TRES MIL VIVIENDAS O POLIGONO SUR

DELINCUENCIA Y TRAFICOS ILICITOS.


El Polígono Sur de Sevilla o “Las Tres Mil”, en el que viven más de cuarenta mil habitantes, ha adquirido notoria y triste fama por una pequeña porción de las tres mil viviendas existentes (las 624 viviendas o Las Vegas), que es también el nombre con que lo conocen los sevillanos.

“Las Vegas” es el caso de chabolismo más temido y grave que posee Sevilla desde hace casi medio siglo. Se trata del clásico ghetto de gente y familias que viven al margen de la ley y que, conforme más se estropea, más atrae personas de las mismas características del resto de la ciudad, generándose así un “círculo vicioso” difícil de romper. Los vecinos han ido fomentando el miedo y la inseguridad de los que se acercan a esta barriada.

Han autosaqueado o destrozado elementos comunes de los bloques de pisos; los han dejado estropearse cada día un poco más. Los numerosos desocupados, muchos de ellos enganchados a la droga, para ganarse la vida han ahuyentado la presencia de los empleados municipales que permiten el funcionamiento normal de la ciudad en cualquier barrio. Los operarios de obras sólo reparan los bordillos con presencia policial. Lo mismo sucede con los bomberos que acuden apagar algún fuego. Carteros, empleados de limpieza, suministradores de gas, inspectores de contadores de electricidad y agua, fontaneros, servicios de autobuses y taxis, y hasta repartidores de pizzas, han dejado de ir por esta barriada, ante el acoso permanente de muchos de sus habitantes. Todo ello, con la connivencia de los clanes familiares enriquecidos mediante el control de diversos negocios turbios, que se benefician de la creciente condición de “isla” de la zona.

Desde el amanecer al mediodía apenas se ve gente, y parece como si el barrio estuviera deshabitado producto del algún ataque o guerra nuclear.
Desde la sobremesa va cobrando actividad, cada vez más intensa. Vienen los drogadictos a buscar “costo” o su “dosis”, los vigilantes e intermediaros pululan en torno a donde se vende algo, y salen los amantes de lo ajeno a “trabajar”… Cuando cae la noche se difuminan los contornos de este sufrido paisaje y se abre una nueva vida comunitaria. Si es invierno, y a falta de calefacción, se encienden grandes candelas, creando un ambiente que tiene algo de fantasmagórico. En cualquier época del año la vida de la barriada se vuelve plural y activa de madrugada. Se forman corros aquí y allá.
Está tan arraigada la cultura de la delincuencia que son frecuentes los robos a los centros educativos y sanitarios circundantes, que han ido siendo fortificados. El centro de salud más próximo ha sido pionero e innovador en España por haber colocado en su entrada un detector de armas y metales. Los vecinos no se inmutan, pinchan sus navajas en los árboles cercanos, y después de la consulta del médico vuelven a recogerlas.
“Las Vegas” tiene su propia estratificación social:
Hay familias que obtienen pingues ganancias, al dedicarse al “por mayor” y de “forma organizada” a actividades ilícitas (contrabando, falsificaciones, robos y tráfico de drogas). Permanecen aquí – aunque tienen fincas y chalés en el Aljarafe o la Costa del Sol - porque se sienten más seguros que en cualquier otra parte ante el acoso policial, aislados físicamente y rodeados de “su” gente. Son clanes familiares conectados con otras mafias nacionales o internacionales que introducen droga o artículos de contrabando y los distribuyen por el resto de la geografía española. Estas familias que se han enriquecido tanto como producto de sus negocios ilegales no lo aparentan externamente.

Un segundo escalón lo ocupan las familias que trafican “al por menor” o “menudeo” de todo género de drogas y artículos de contrabando dentro de la ciudad. Sus viviendas son inconfundibles. A la caída de la tarde hay una red de vigilantes y colaboradores en la calle, por si hay que dar el agua ante la llegada de la policía, junto con clientes que reciben su “dosis” en una ventana y, otros, de confianza, que entran en los pisos.

En un status parecido al anterior se mueven las familias que se dedican a la venta ambulante de productos legales o ilegales. La furgoneta característica a la puerta de sus viviendas delata su ocupación. Estos se dedicaban tradicionalmente a la venta legal de frutas y verduras y tejidos y ropas baratas.
En una escala más modesta se encuentran los “recicladotes” de siempre. Aquéllos que hacen auténticos maratones urbanos desde el amanecer hasta el ocaso –unos a pie con sus carritos de mano y otros con sus vetustas furgonetas - en busca de todo lo aprovechable. 
En el nivel más bajo de la pirámide social –un quinto mundo en este tercer mundo- se encuentran los enganchados a la heroína y cocaína, o los fugados de la justicia, enfermos crónicos y desahuciados, que se buscan la vida con trabajos temporales, pequeños hurtos, o como vigilantes y correos de los clanes de la droga. Sólo dos de cada diez habitantes trabajan en empleos modestos y humildes; principalmente, el tajo de una obra o las campañas de recogida de productos del campo. Un amplio grupo de habitantes duerme en los pisos desocupados –que son numerosos debido a la progresiva degradación física de los bloques y al ambiente de inseguridad, que han hecho emigrar a sus primitivos propietarios e inquilinos. Algunos pernoctan incluso en los numerosos coches abandonados en la calle.
Una de las sorpresas que nos deparan es la presencia de una industria singular de “Las Vegas”. En pisos vacíos se montan laboratorios de fabricación, manipulación, adulteración y embalaje de todo tipo de droga. 
Los Poderes Públicos tienen su parte de culpa en lo que sucede aquí. Las “Tres Mil Viviendas” se concibieron como “ghetto” en los años sesenta y setenta.
En primer lugar, por su incomunicación con el exterior, y el laberinto interno de su red viaria. Tenía sólo una estrecha entrada principal, y el resto de las calles eran a fondo de saco. Por el sur estaba separada de elegantes barrios ciudad-jardín por el rígido obstáculo de la vía férrea Sevilla-Cádiz. Anchas avenidas la separan del resto de la ciudad por el norte y el oeste, y una carretera de circunvalación –famosa durante décadas por los tirones en sus semáforos – cierra su perímetro por el sur.
En segundo lugar, por el modelo de “hábitat” que se fue creando. El desarrollismo de los años sesenta y setenta hizo que numerosas viviendas y bloques de pisos antiguos de barriadas tradicionales del casco histórico y Triana se fueran dejando arruinar, para construir nuevas promociones inmobiliarias destinadas a familias de mayores ingresos. Numerosas familias obtuvieron como compensación al “éxodo” forzado desde estos barrios, un pisito en las “Tres Mil”. En otros casos se trató de erradicar los grupos de “casitas bajas” y “chabolas” dispersas por la ciudad, que habían acogido familias que habían perdido sus casas durante las últimas inundaciones, o por otros motivos.
Se junto intencionadamente la pobreza de familias que vivían honradamente de humildes trabajos, con la marginación de otras familias que se dedicaban a negocios fuera de la Ley. Ya estaba preparado el “caldo de cultivo” para este nefasto experimento público de agrupar en un gran sector de la periferia urbana gran parte de la pobreza y marginalidad existente, y lavar la imagen del resto de barriadas. Después sólo hubo que dejar transcurrir el tiempo.
Sólo dos de cada diez ocupados potenciales tiene un trabajo estable. Más de la mitad de los habitantes está relacionado habitualmente con la droga. Las “Tres Mil” son el gran refugio de personas y familias que viven al margen de la ley, y también uno de los barrios con mayores problemas de convivencia.


 LA PRINCIPAL CANTERA DEL FLAMENCO ANDALUZ.

Uno de cada diez gitanos de España vive en esta barriada; la mitad de los de la provincia de Sevilla. Son más de veinte mil. Posiblemente, la mayor concentración de todo el país.
En las décadas de los sesenta y setenta miles de gitanos, expulsados de sus barrios tradicionales –sobre todo, Triana, pero también de otros puntos de la ciudad -, recalan en “Las Tres Mil”. Y, con ellos, una cultura propia, la del cante, baile y música flamenca, trasmitida desde tiempo inmemorial generación a generación. Se empieza a forjar entonces la “Cava de los gitanos” del siglo veintiuno.
Se produce así la paradoja de que unos de los barrios más pobres y marginales en su paisaje urbano, sus viviendas y por la renta de sus habitantes, es también el más rico en producción de artistas flamencos de Andalucía. Esta barriada es la principal “cantera” de flamenco de Andalucía. De aquí salen todos los años cantaores, guitarristas, palmeros o bailarines. En la última Bienal, un tercio de los artistas que participaron eran originarios de la zona.
Dinastías gitanas enteras dedicadas al flamenco viven en estos bloques de viviendas. Antes era más habitual verlos formando corros en las plazas del barrio y al aire libre, como lo han venido haciendo secularmente, donde se cantaba, tocaba y bailaba. La inseguridad, la droga, y las videoconsolas, televisores y ordenadores –como a tantos sevillanos– no les habían ido adormeciendo los sentimientos.
Algunos de estos artistas son anónimos, su fama no va más allá de los círculos de amigos y parientes. Otros han dado el “salto” a la popularidad y ganan bastante. Algunos siguen viviendo en el barrio, donde tienen su clan y su familia, y encuentran la libertad e inspiración artística que buscan. Desde hace décadas las grandes figuras del flamenco acuden a la zona a deleitarse con los “jóvenes valores” que van surgiendo. A ello han acudido con frecuencia figuras del cante como Lola Flores, Camarón de la Isla o Paco de Lucía.
El “flamenco” es un esperanzador yacimiento de empleo para este barrio acosado por el paro, la droga y los negocios ilegales. Sin embargo, aunque ya se está enseñando regladamente, apenas hay centros dedicados a esta actividad, ni siquiera se programan actuaciones en vivo y para el público, aunque sea considerado el mayor centro creativo de Andalucía en los últimos tiempos.

LA BARRIADA LAFFITTE DE LOS REMEDIOS.

LA BARRIADA LAFFITTE DE LOS REMEDIOS. UN EJEMPLO DE SEGREGACIÓN SOCIAL EN LA SEVILLA DE LOS AÑOS SESENTA.

La eliminación de la barriada Laffite constituye un ejemplo de los procesos empleados para limpiar los espacios señalados por la especulación inmobiliaria. Situada en Los Remedios, área convertida en los años sesenta del pasado siglo en residencia de la burguesía sevillana, donde ocupaba un enclave estratégico a la salida del nuevo puente del Generalísimo. Calificada como suburbio, alojaba a familias procedentes de Triana y otros lugares incluidos en el proyecto de ensanche aprobado para urbanizar la zona. El Ayuntamiento actuó como brazo ejecutor , concesionaria y arrendadora de las viviendas de la barriada, expulsando a los vecinos con destino a refugios o polígonos de viviendas en el extrarradio de Sevilla.

España experimentó durante los años sesenta del siglo XX la mayor aceleración  en el proceso de urbanización, paralelo a la industrialización económica. Con ayuda de diferentes instrumentos, como los planes de ordenación redactados a partir de la Ley del Suelo de 1956 u otros proyectos de ensanche aplazados durante décadas, se prepararon extensas bolsas de suelo destinadas a acoger un variado catálogo de edificaciones promovidas por el capital privado. Las distintas administraciones contribuyeron a la promoción inmobiliaria empresarial, aportando  ayudas y subvenciones a la construcción de viviendas o facilitando la ocupación de los solares, al disponer las infraestructuras necesarias y liberarlos de otros usos marginales como el de servir de soporte a núcleos de infravivienda.

Una  breve consideración sobre el chabolismo en la década de  los sesenta fue el déficit residencial arrastrado desde las primeras décadas de la centuria que  había provocado la proliferación de barrios de chozas, chabolas y suburbios de diversa tipología, levantados en la periferia o aprovechando otros espacios desocupados temporalmente en las áreas centrales.

Un informe de La Sección de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, censaba en 1959 treinta y dos grupos de chabolas, ocho de los cuales se situaban en la margen derecha del Guadalquivir; entre ellos, dos ocupaban  terrenos del ensanche de Los Remedios, sin incluir la barriada Laffitte.
La búsqueda de espacios de calidad, apreciados por la burguesía para fijar su residencia, focalizó la presión especulativa hacia los vacíos existentes en las áreas centrales, donde se trasladó además una parte de las familias de clase alta tras abandonar los degradados cascos históricos. Los ensanches ejecutados parcialmente, como el trianero, ofrecían una excelente oportunidad, a los intermediarios especuladores y sociedades inmobiliarias, para obtener enormes beneficios al densificar estas áreas con bloques de pisos destinados a las clases medias.

Tras la arriada de 1961, provocada por el desbordamiento del arroyo Tamarguillo, el Ayuntamiento sevillano creó la Secretaría de Viviendas y Refugios, entre cuyos objetivos se fijaba el de  proporcionar alojamiento a las familias procedentes de los núcleos erradicados en la ciudad. En el sector occidental hispalense se desmantelaron, entre 1962 y 1965, diez asentamientos ocupados por 1.865 familias, incluida la demolición de la barriada Laffitte para dejar expedita la totalidad de la superficie de Los Remedios.

                                                                                                              Puente de san Telmo.

La urbanización de Los Remedios.

Los terrenos situados al sur del arrabal de Triana atrajeron el interés de los especuladores inmobiliarios a partir de la segunda década del siglo XX. A ello contribuyó sobre todo la decisión municipal de señalarlos como esenciales para el crecimiento exterior de la ciudad, destinándolos a ser edificados para mitigar la escasez de viviendas. Desde entonces aparecieron incluidos en los distintos proyectos de ensanche como piezas sustanciales de la Sevilla futura.
Dotados de un elevado valor de posición por a su proximidad al centro histórico y por constituir la prolongación natural del arrabal trianero; situados en la orilla opuesta del Guadalquivir, frente al ensanche meridional de la ciudad preparado para acoger la Exposición Iberoamericana; la construcción del puente de San Telmo vino a resolver la necesidad de conexión,  potenciando la centralidad del lugar. Hasta entonces conformaban un área rural, ocupada sobre todo por huertas, propiedad de nobles y burgueses que se hicieron con la mayor parte de los predios aprovechando la desamortización eclesiástica.

La formación de la barriada Laffitte


Situación y posición
La propiedad adquirida por Ricardo Goizueta a Julio Laffitte estaba constituida por el establecimiento industrial, dedicado a diversas producciones alfareras, y una huerta, situados junto al Guadalquivir al final de la calle Juan Sebastián Elcano; única vía trazada
en el lugar con anterioridad a la aprobación del proyecto, que discurría paralela al cauce fluvial y se encontraba escasamente urbanizada.
El lugar ocupaba una posición periférica en el área del ensanche, alejado del puente de San Telmo y en el extremo opuesto al arrabal histórico. Sin embargo, la orientación hacia el sur de las edificaciones levantadas en Los Remedios durante la segunda mitad de los años cincuenta y, sobre todo, el proyecto de construir un nuevo puente para conectar con el Paseo de las Delicias, multiplicaron la centralidad de los terrenos ocupados por la fábrica



El proceso de erradicación de la barriada Laffite

En 1963, la eliminación de los alojamientos se convirtió en un objetivo prioritario para  la sociedad concesionaria, por encontrarse en su fase final las tareas de urbanización del ensanche; además habían dado comienzo las obras del puente y se encontraba en vías de solución el dilatado contencioso sobre la ampliación de la calle Virgen de Luján. El Ayuntamiento, interesado igualmente, se prestó decididamente a colaborar en este asunto firmando un convenio con Los Remedios S. A. "para resolver la situación de las familias que viven en los distintos alojamientos provisionales en el lugar conocido como barrio Laffitte". La Corporación Municipal adquirió la obligación de proporcionar vivienda a cada una de las familias.
Para justificar la operación, el Ayuntamiento se enganchó a una estrategia iniciada previamente por Los Remedios S. A. destinada a declarar la insalubridad y mal estado del núcleo; con ese fin incluyó la barriada en el censo municipal de suburbios.
Los informes de los técnicos municipales pusieron de manifiesto la falta de consistencia de los argumentos esgrimidos. Atendiendo a los aspectos técnicos, la Sección de Obras desestimó en dos ocasiones la declarar la ruina de los inmuebles. Desde el punto de vista del derecho, la Asesoría Jurídica Municipal mantuvo que la Corporación carecía de capacidad coercitiva para desalojar las viviendas contra la voluntad de sus inquilinos y que la única posibilidad legal consistía en expropiar la barriada y el desahucio por la vía administrativa.
Sin embargo, los concejales se mantuvieron firmes. La intervención del edil Romero López en la sesión de la Permanente Municipal, el 25 de noviembre de 1964, puede sintetizar la posición general. Consideraba que la barriada era un estorbo para la construcción del puente del Generalísimo y que al Ayuntamiento no quedaba más remedio que desalojar a los vecinos.
Frente a la actuación del Ayuntamiento, los vecinos reaccionaron rechazando que se firmase el convenio sin contar con ellos y sobre todo la calificación de las viviendas como chozas y la inclusión de la barriada en el censo municipal de suburbios. Consideraban que la situación de los alojamientos y la disposición de servicios, como la instalación eléctrica, el agua corriente y los aseos individuales, los distinguía de la condición de chabolas. Argumentaban los rasgos que los diferencian de la población alojada habitualmente en los asentamientos chabolistas.
Destacan su sacrificio anterior al verse obligados a abandonar sus hogares en Triana para contribuir al desarrollo urbanístico de la ciudad. Pero, sobre todo, hacen valer sus derechos como inquilinos con contrato legal vigente y para ello deciden depositar regularmente el importe de los alquileres.
La opinión de los técnicos y la resistencia vecinal condujeron al Ayuntamiento a buscar una solución más flexible, que pudiera ser aceptable aunque sin llegar a ser satisfactoria para los residentes. Consistía en ofrecerles pisos en zonas consideradas como de buena posición en la ciudad y en condiciones económicas fáciles de asumir. Sin embargo, esta opción se encontró con la dificultad derivada de la inexistencia de viviendas libres en las barriadas municipales, pues éstas eran ansiadas por la multitud de familias acogidas en refugios o procedentes de los asentamientos chabolistas erradicados en toda la ciudad.
Finalmente, en julio de 1965, llegó la solución de parte de la Secretaría de Viviendas y Refugios, que gestionó ante el Instituto Nacional de la Vivienda la cesión al Ayuntamiento de 197 viviendas protegidas en el barrio A del Polígono de San Pablo. Éstas se destinaron a alojar a las familias titulares de los contratos de alquiler, haciéndose cargo la Corporación del pago de la entrada inicial a cuenta de los dos millones de pesetas aportados por Los Remedios S. A. El resto de las familias, hasta las 246 evacuadas finalmente, que se encontraban recogidas por familiares en los departamentos de la antigua fábrica, fueron trasladadas a refugios; parte a los existentes en la barriada de La Paz y parte a los denominados “casitas bajas” del Polígono de San Pablo.


jueves, 1 de enero de 2015

La Bachillera

La barriada de “la Bachillera” se encuentra situada a la izquierda de la Avenida Doctor Fedriani. Los terrenos eran propiedad particular y fueron cedidos a la Asociación de Caridad en 1948, encontrándose en ellos unas doce vaquerías y algunas chabolas y huertas.




Tras la gestión realizada por la asociación se suprimieron las vaquerías y los terrenos fueron alquilados por poco precio a familias provenientes del casco antiguo y Triana.

En un principio los terrenos fueron alquilados por declaración o inspección de los metros cuadrados ocupados pagando por ellos alquileres bajos. Los vecinos comenzaron el proceso de edificación, pasando a su propiedad los inmuebles construidos. El proceso de crecimiento ha seguido los cauces orgánicos de adicción de estancias para obtener una adecuación máxima a las necesidades paulatinas de los habitantes y a una economía basada en unos mínimos costes y una forma de ahorro por inversión del trabajo familiar.


Las parcelas no se ajustan a ninguna tipología, oscilando la media alrededor de 34 m². Se distinguen dos tipos de parcelas respecto al uso de las mismas. Las pequeñas, hasta 80 m² para vivienda y las mayores, situadas junto a los terrenos de protección del ferrocarril, desarrollan además de viviendas algún tipo de pequeña actividad agrícola o ganadera en construcciones de material no perdurable.

Peculiaridades
Existe un gran sentimiento de “getto” cerrado en los habitantes, a esto contribuye la escasa accesibilidad del barrio y su trazado viario complejo.

Calidad de vida
Aparece como un barrio equilibrado, salvando los inconvenientes del abastecimiento y equipamientos, a partir de estas premisas la vida de relación y convivencia ciudadana es alta. Los numerosos bares sirven de centro de reunión y la calle se usa como prolongación de la pequeña vivienda. Las pequeñas zonas libres como espacios de juego de niños y zonas de estar contribuyen al uso urbano del conjunto.

Marginación
Existen dos causas fundamentales que sitúan el barrio como núcleo marginal, primero su situación con difícil accesibilidad, segundo no está servida por el servicio de autobuses urbanos.
El grado de peligrosidad para los residentes es alto debido al tendido de líneas de alta tensión., en su extremo Norte y al continuo paso de ferrocarriles por las vías próximas que delimitaban la fachada oeste del barrio.

martes, 30 de diciembre de 2014

QUE BONITA ES MI SEVILLA VS. LAS 3000

Lo que más gracia me hace es que encontramos todo tipo de información sobre estos barrios; textos, artículos, vídeos, reportajes, críticas, etc. Pero dónde encontramos la solución a todas estas preguntas y hechos reales.
¿Es que verdaderamente esta es nuestra ciudad?
¿Qué entendemos como arquitectura?
¿Es que el arquitecto no hace más que “obras de arte” como la Giralda?
Y la verdadera sociedad, ¿no es arquitectura?
Parece que sólo observamos, o mejor dicho, solo nos dejan observar las absurdas cosas que se nos plantean día a día como por ejemplo, si la Torre Pelli está en el lugar adecuado, o si es un gasto absurdo e innecesario la decoración navideña de la calle Asunción. Es cierto que nos quejamos cada día de estos temas, pero luego bien que gozamos y nos sentimos orgullosos de “qué bonita es mi Sevilla”.
“Sí señor”, es lo único que se le puede contestar a una persona tan sumamente déspota ante estos comentarios.
Señora, ¿y el barrio de las Tres Mil Viviendas? Te contestará con poca vergüenza, “un barrio de delincuencia”.
¿Usted alguna vez ha pensado en ayudar a estos barrios? ¿O es que directamente se da la vuelta y sigue pensando en la decoración de “SU SEVILLA”?.
Pues déjeme que le diga, pero estos problemas hay que solucionarlos ya, y hay que pararle los pies a aquellas personas de poder que solo reflejan el “dolor” y “sufrimiento” en la decoración de “SU SEVILLA”. Porque es lo que les interesa que usted vea, y que luego usted venda, claro está.
Alguna vez a escuchado usted hablar a un extranjero sobre “El polígono Norte, El Vacie, Las Tres Mil Viviendas?
Pues déjeme que le diga, yo creo que no.
¿O me va a decir usted que las postales de los kioscos son fotos de estos barrios?
En definitiva vivimos en un país de egoístas, y como decía Nietsche el verdadero ser humano es el animal más salvaje y egoísta.
Si algún día llegase este escrito a alguien de poder, me encantaría que supiera, si es que puede llegar a entender, que no todos somos burros que obedecen a lo que nos dicen, si no que soy una futura arquitecta a la que le importa su ciudad y nación y verdaderamente entiende la definición de ARQUITECTURA.


“Las Tres Mil Viviendas”, en el que viven más de cuarenta mil habitantes, ha adquirido notoria y triste fama por una pequeña porción de las tres mil viviendas existentes (las 624 viviendas o Las Vegas), que es también el nombre con que lo conocen los sevillanos.
“Las Vegas” es el caso de chabolismo vertical más temido y grave que posee Sevilla desde hace casi medio siglo. Se trata del clásico gueto de gente y familias que viven al margen de la ley y que, conforme más se estropea y empobrece, más atrae personas de las mismas características del resto de la ciudad, generándose así un “círculo vicioso” difícil de romper.
Los vecinos han ido fomentando el miedo y la inseguridad de los que se acercan a esta barriada.

Han destrozado elementos comunes de los bloques de pisos, también hay destrozos en sus pinturas o estructuras. Los numerosos desocupados, muchos de ellos enganchados a la droga, para ganarse la vida, han ahuyentado la presencia de los empleados municipales que permiten el funcionamiento normal de la ciudad en cualquier barrio. Los obreros sólo reparan los bordillos con presencia policial. Lo mismo sucede con los bomberos que acuden a apagar algún fuego. Carteros, empleados de limpieza, fontaneros, servicios de autobuses y taxis, y hasta repartidores de pizzas, han dejado de ir por esta barriada, ante el acoso permanente de muchos de sus habitantes. Todo ello, a causa del control de los clanes familiares, enriquecidos por los diversos negocios turbios, que se benefician por el aislamiento de la zona.

Por todo esto vemos bloques de pisos muy deteriorados; escombros, charcos de aguas fecales, basura y suciedad casi permanente; junto a vehículos quemados  y abandonados, en los alrededores de sus viviendas. Este destrozo del hábitat urbano ha hecho que insectos como cucarachas y ratas estén por todo el barrio. 

Sólo dos de cada diez ocupados potenciales tiene un trabajo estable. Más de la mitad de los habitantes está relacionado habitualmente con la droga. Las “Tres Mil” son el gran refugio de personas y familias que viven al margen de la ley, y también uno de los barrios con mayores problemas de convivencia.

Es como el agujero negro de la ciudad o esa puerta del infierno donde se perdía toda esperanza. Un lugar que parece condenado al fango, a la marginalidad, a salir en la prensa sólo por turbios asuntos de droga, por crímenes terribles. Una barriada escrita con renglones torcidos.

Las Tres Mil Viviendas asoma su tragedia de vez en cuando. Quizás sólo cuando se derrama sangre o la Policía desmantela cualquiera de los negocios de los temidos clanes de la droga. No hay más que rastrear las hemerotecas para releer la misma historia como si el barrio estuviera condenado a una tragedia eternamente repetida.
Pero ¿fue siempre así? ¿Dónde comienza la historia de las Tres Mil Viviendas? ¿Hay futuro para este lugar? Habría que remontarse a la década de los sesenta. Es en esos años cuando se comienza a pensar en un lugar de viviendas 'modernas' para agrupar a familias con pocos recursos. Hay una reunión clave que se produce en febrero de 1968 entre el gobernador civil y entonces jefe del movimiento, José Utrera Molina, y el alcalde Félix Moreno de la Cova para el estudio de la financiación de un proyecto del Ministerio de Vivienda y el Ayuntamiento de Sevilla por el que "tres mil familias sevillanas van a ser dotadas de un hogar digno".

Todo tiene la grandilocuencia, el lenguaje impostado de una época paternalista que disfrazaba como caridad social otras intenciones. Se pretendía que los que vivían en casas muy deterioradas del casco histórico y Triana abandonaran estos golosos lugares para que los edificios se reformaran y se vendieran como residencias para familias acomodadas. Muchas familias humildes no se pensaron mucho dejar las mínimas viviendas de los céntricos caserones desvencijados en los que vivían por un pisito en una zona nueva.
Sin embargo, desde el principio el lugar quedó dibujado no sólo por la pobreza, ya que también comenzó a vivir gente al margen de la ley. Una realidad que ha sido la que ha marcado el destino de la barriada. El interés de este sector implicado en negocios turbios de robos, tráfico de drogas o venta ilegal de armas ha ganado el terreno a las familias humildes que, sin embargo, ha reaccionado en estos años con un activo movimiento asociativo. Son las asociaciones de vecinos y plataformas que denuncian el estado en el que se encuentra el barrio con bloques deteriorados, aguas fecales y basura, sin servicios ni transportes públicos. Ahí están las peticiones para reactivar la construcción de una comisaría o los centros sociales proyectados como alternativas para que la juventud del barrio tenga otra salida diferente a la que parece inevitable naciendo en un barrio como éste.

Este ambiente de desolación, violencia e insalubridad parece responsabilidad de unas instituciones que han abandonado este lugar, este molesto e infecto trozo de Sevilla. Sin embargo, también hay mucha gente del barrio interesada en que sea un gueto, una isla que sirve de refugio a delincuentes que aquí encuentran seguridad porque no hay vigilancia policial. Un barrio olvidado donde se puede actuar sin problemas al margen de la ley, vender droga sin sospechas y en el que un coche robado puede estar aparcado sin que nadie pregunte por nada.

El origen de estos focos marginales se remonta al principio del barrio. En estos bloques de viviendas de promoción pública se había seguido un procedimiento de selección de adjudicatarios, pero en poco tiempo se cambió de titular traficando ilegalmente con estas viviendas. El resultado fue que en pocos años se sustituyó el chabolismo horizontal de infravivienda por una vivienda marginal de chabolismo vertical.

La degradación de unos edificios que ya fueron construidos con materiales de baja calidad. Un deterioro que ha ido incrementándose hasta convertir algunas zonas del barrio en lugares por los que parece que hubiera pasado la guerra.


De ahí esos bloques en los que el hueco del ascensor está lleno de basuras, los pisos convertidos en laboratorios de droga, portales donde se acumula la chatarra, calles con arroyos de aguas fecales y campos libres para las ratas. Y, sobre todo, un lugar en el que la muerte siempre pasea. Sencillamente porque hay armas que siempre solucionan conflictos, venganzas y los habituales ajustes de cuentas. ¿Cambiará el destino de esta contrapostal de Sevilla?














Video:

jueves, 4 de diciembre de 2014

El Vacie




A dos kilómetros del casco histórico de Sevilla,  al lado del cementerio de San Fernando nos encontramos el barrio de El Vacie.



El Vacie es el asentamiento chabolista más antiguo de toda Europa. Cerca de cien familias viven en este barrio lleno de problemas de salubridad. Más de mil personas conviviendo con ratas y cucarachas.


La mayoría de habitantes del Vacie son mujeres y niños ya que los jóvenes y hombres están presos.




Existen ONGs que se encargan de la escolarización de estos niños y que ofrecen recursos a las familias tratando de reinsertarlas en la sociedad. Por ejemplo, organizando actividades culturales, una de ellas fue la representación de " La casa de Bernarda Alba".



Existes dos caras en una misma moneda. En esta moneda que es El Vacie  tenemos una cara positiva que son las ayudas de las ONGs, y si giramos la moneda vemos la cara negativa que es El Gobierno ignorando por completo los problemas que se dan en este barrio, como la recogida de residuos o no dando los suministros necesarios a estas familias. 
Solo tendemos a ver lo bueno que se hace y no lo bueno que se deja por hacer, ni de como se permite que esas familias sigan viviendo en esas condiciones. 




En los siguientes vídeos se ve como viven estas familias día a día.



Estando totalmente de acuerdo con una de las cosas que dice una señora en el programa de callejeros solo queda decir que cuando la gente visita Sevilla ve todo muy bonito y tan solo alejándose dos kilómetros puede ver las cosas malas que va guardando la alcaldía por las esquinas. Como si fuese una persona que limpiando su casa deja toda la mierda debajo de la alfombra, todo bonito a simple vista pero con un simple movimiento se ve todo acumulado en un mismo sitio.

Los Pajaritos






El barrio de Los Pajaritos es el mejor ejemplo de zona de Sevilla que ha ido degradándose en los últimos años hasta parecerse peligrosamente a conocidos puntos marginales, como las Tres Mil Viviendas. Este barrio de origen obrero se ha visto afectado con el paso de los años por la marginalidad, las drogas y la pandemia del paro. Su construcción estaba vinculada a la fábrica de contadores.



Este barrio obrero, de pequeñas viviendas estrechas y tortuosas escaleras, dista mucho de ser aquel que fue en años anteriores
Actualmente, es un retrato de la miseria en muchas de sus esquinas, sus patios, sus portales. Las fábricas se marcharon en los años 70, lo cual obligó a sus vecinos a buscar trabajo fuera del barrio, dando lugar a una gran transformación de sus residentes. Los nuevos vecinos, procedentes de asentamientos chabolistas y con poca experiencia en la vida comunitaria, propiciaron los primeros problemas de convivencia, hasta llegar al punto actual, el cual algunos califican como punto sin retorno.






Además de la variación de población, en los años 80 se vio afectado por la lacra de la droga. Un vecino del barrio comentaba: «ahora existen problemas de drogas, pero son menos, o menos visibles, desde luego. Lo que pasa es que la inseguridad es la misma o más porque a ello se ha unido un nivel de marginalidad mayor que entonces. En los 80 la droga convivía con una población que en su amplia mayoría estaba integrada, no vivía desplazada. Pero ahora el porcentaje de gente que vive apartada, sin recursos y sin opciones, es mayor que entonces».

  



Las familias que aún permanecen en el barrio a pesar de las condiciones en las que se encuentran, no soportan más esta situación.




En la actualidad existe un plan del Ayuntamiento de Sevilla para el derribo de 524 viviendas sociales, para construir en su lugar viviendas de nueva planta para los vecinos. El proyecto no dará vivienda a todos los residentes en su totalidad. En la primera fase se derribarán 96 viviendas, reconstruyendo nuevos bloques de 62 viviendas. Dejará fuera a un tercio de las familias beneficiadas con la renovación de estas infraviviendas de propiedad municipal, cuyo nivel de deterioro es alto. En concreto, 34 familias no podrán volver al barrio una vez reconstruido con los dos primeros nuevos bloques porque las viviendas serán de mayor superficie que las actuales de 40 metros y, por tanto, no caben todos. Las nuevas tendrán unos 60 metros útiles. De momento el alcalde de Sevilla aún no ha dado noticias de cómo afrontará el derribo de pisos y realojo definitivo de las 428 familias restantes de este núcleo social. 










En el siguiente vídeo se puede apreciar las condiciones infrahumanas en las que los vecinos de este barrio conviven desde hace años.